lunes, noviembre 17, 2008

Shamisen

Me levanto sobre las ocho de la mañana. Preparo el té, me ducho, preparo la partida y salgo al frío en bicicleta. Las manos se endurecen y un dolor que parece va a romperme los dedos se instala en los huesos. Llego al conservatorio, isla protegida por la cultura del miedo, al segundo día del curso de percusiones y canto japoneses.

Cantamos una vieja canción de pescadores, tocamos el poderoso tambor, y me dedico con fervor al lujoso SHAMISEN. Un instrumento complejo a pesar de su sencillez armónica: tres cuerdas (do-sol-do). Caja de resonancia de cuero de perro, cuerdas de seda, accesorios de oro, marfil, concha de tortuga, maderas antiguas y preciosas, jade. Y así pasamos la mañana, hiriendo el tambor con tantos golpes, oyendo el canturreo de la flauta de bambú, y mi shamisen.

viernes, noviembre 14, 2008

Leibniz

Hoy hace 292 años murió G. W. Leibniz.

Gracias a él he tenido la oportunidad de recorrer Europa. Gracias a él la vida que me ha traído hasta aquí como una avalancha. Todo lo demás es culpa mía. No tengo televisión y no he querido abandonar los sueños juveniles.

Había dicho emular la paciencia de las plantas, pero me corrijo: imitar a las arañas y su espera aparentemente aletargada.

Venía en la bicicleta de regreso a casa luego de un día donde amablemente me mandaron en diversos lugares a tomar por saco, y pensé que verdaderamete no había razones para seguir con vida. Ningún motivo legítimo que pudiera aducirse. Excepto por la sensación del viento enredando el cabello, del agua fresca resbalando por la lengua, las visiones felinas que suspenden la sordidez y el ruido. No encontré motivos para continuar con vida, porque no hay ningún sentido exógeno a esta trama tan íntima como invisible y anónima, inédita, manuscrita. Ninguna ruta cierta, ningún porvenir mejor que otro.

Y, en plena fuga, a dos ruedas, llegué a casa. Había olor a incienso y cogí la guitarra, y me quedé tocando hasta las horas prohibidas, y seguí pensando que fuera de eso no había motivos para seguir con vida. El olor de la lluvia. Caminar descalzo sobre la hierba.