sábado, diciembre 10, 2005

El llanto es la apriencia del dolor. Pero las lágrimas tienen un origen más difuso, cavernoso. Vemos el dolor con las lágrimas, pero no la herida.

Nos abandonamos al llanto como nos abandonamos al placer o a la risa, sin vergüenza. Que ese agua salada oculte nuestras cicatrices.

1 comentarios:

At 12:03 p.m., Anonymous Anónimo said...

Tiembla la carne por el frío que viene desde los huesos. Un frío profundo y triste. Seca las lágrimas, es decir, las congela, convirtiendolas en prismáticos pedazos de dolor. Se encajan en el lagrimal y la pupila dejándo residuos de carne rota en el corazón, en la glándula; también, reguladora de la emoción, de la pasión, de eso que llaman autoestima y que es solo puro amor desgarrado...


y

 

Publicar un comentario

<< Home