miércoles, agosto 11, 2004

Taxismo

El pasado miércoles o jueves salí del tugurio cerca de las tres de la mañana. En la Puerta del Sol detuve un taxi.

—Buenas noches, ¿me puedo ir adelante? A Plaza Elíptica, por favor.

El taxista removió algunos objetos que tenía en el asiento (móvil, llaves, papeles, chaleco…) Pero el respaldo estaba demasiado inclinado hacia delante, así es que lo primero que hice cuando el coche se puso en marcha fue buscar la manivela para reclinarlo. Tardé pocos segundos en encontrarla, pero mi resuello de alivio victorioso daba cuenta de una larga lucha contra la obesidad y la torpeza.

—¿Qué? ¿Se quiere ir dormido hasta su casa?

Como es natural, sonreí ante el comentario jocoso del taxista mientras me acomodaba la chamarra de cuero.

—¡Pues aquí se baja!

—¿Cómo?

—Sí, que se baje, hala, hala, ¡bajar! ¡Bajar!

Detuvo el coche apenas dos calles adelante. Sin saber por qué abrí la puerta, y me quedé mirando cómo se alejaba.

2 comentarios:

At 6:09 p.m., Blogger Juan Méndez Gassó said...

Creo que no sabes q

 
At 6:10 p.m., Blogger Juan Méndez Gassó said...

Creo que no sabes que los taxistas de Madrid son unos maniacos, por eso todo el mundo nos sentamos en los asientos de atrás (por si acaso)

 

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