Justo en el centro de la diversión no hay seres más proclives al llanto que las mujeres y los niños; pasan de la risa a los sollozos como si se tratara de un continuo, casi como si fuera algo inevitable. A lo mejor no entendemos ni la risa ni las lágrimas; y quizá la suerte que uno puede tener con las muchachas cuando sabe hacerlas reír no les cause alegría.
Solus ipse
—El universo es sólo un reflejo de nuestra alma.
—No, es algo peor.
miércoles, mayo 26, 2004

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