lunes, abril 26, 2004

Prima-vera

Se le atribuye a Hegel el haberse percatado de las determinaciones que el clima genera en los individuos (de ahí algunos han creído entrever argumentos favorables para la segregación de las culturas calientes o tropicales, donde el afamado Espíritu parece no haber llegado nunca; también de ahí que el lema de nuestra Universidad Nacional esté en futuro y no en presente). En la Ciudad de Méxco, donde el clima es siempre favorable, no conocemos esta avidez europea por el sol y por la calle. Yo tengo para mí que las agrietadas épocas priístas y la actual propaganda sobre la inseguridad de la Ciudad han funcionado como fronteras imaginarias entre lo público (¿no se supone que México es una Res-publica, o sea una cosa común, para compartir entre todos?) y lo familiar: ¡Reclúyase usted a ver la tele, que la calle es muy peligrosa! La vieja Escuela de Frankfurt les llamaba "armas de dominio" más o menos subrepticias a estas maneras de establecer un orden civil (quitar bancas a los parques, quitar plazas, fomentar el miedo de salir de casa...) Pero dije "civil" cuando debí decir cultural, porque aún hace falta, creo yo, un ánimo individual, independiente, a la hora de oponerse a los agravios del sistema: no tenemos sociedad civil. Y es que estamos acostumbrados a los frentes políticos o a los partidismos porque de antiguo intuimos que nuestra voz ciudadana poco vale.

Pero vuelvo a la avidez europea por tomar la calle. Luego de nueve meses de invierno (abrigos, bufandas, botas, guantes), la relación de uno con su propio cuerpo se torna extraña, como quien deja de frecuentar durante ese tiempo a un viejo conocido. Y lo mismo ocurre con la ciudad (ahora sí con minúscula porque no hablo de México). Los árabes nos han enseñado que la desnudez no es propicia para el calor, que la bebida más refrescante se toma tibia y que habría que evitar el alcohol —entre otras cosas porque deshidrata. Pero nosotros hacemos todo lo contrario. A las primeras señales de buen clima las mujeres desnudan sus cuerpos, tan oprobiosamente ataviados todo el año —es cierto que una minifalda no hace verano, pero cómo ayuda psicológicamente para irse haciendo a la idea—; se bebe más cerveza que nunca, y hasta el café se toma con hielos. La abstinencia hiere.

¡A desvestirse y a pasear!