jueves, mayo 22, 2003




Estamos tan acostumbrados a carecer de devoción que defectos como la volubilidad o la desidia, lejos de interpretarse como una enojosa falta de carácter, llegan a presentarse como un rasgo heróico. La exaltacíón del olvido fácil, tan propicia a la moda, ya no encierra hoy ninguna connotación patológica: la imbecilidad se ha normalizado.