miércoles, abril 02, 2003

Mundo externo.
¿No te parece elocuente que para saber de ti tengas que recurrir a un espejo?


Hans Bellmer, La silla violada.
Un par de sillas en primer plano; una encima de la otra pero de tal modo que ambos asientos coincidan. Atrás se distinguen los cuerpos de tres o cuatro mujeres (muchos miembros, piernas, brazos, difícil distinguir) violando, desde una lascivia frenética, a la silla. Una mujer chupa una pata, otra muestra un exquisito culo, con el deseo de que sea penetrado. Más atrás otros cuerpos se retuercen concupiscentes, extraviados; voluptuosas caderas, cabellos femeninos. Atrás un muro, el piso como de cemento. Algunas mujeres desnudas aún poseen zapatos, tacones muy altos. ¿Una calle? ¿Una bodega? ¿Un sótano? ¿Un restaurante? Lascivas se crispan violando la silla. La mujer que fela tiene los brazos en la espalda, fela impulsivamente, y, a la vez, su postura hace que se muestre en toda su fragilidad femenina. Otra se abre las nalgas con la mano. Cuadro violento y febril. Descubro de pronto muchos más miembros femeninos que se retuercen detrás de las sillas. Deseo maravillosamente vil.