miércoles, abril 02, 2003

La moral es un remolino. El centro está hueco, pero los costados nos arrastran.


Una mujer que se acerca a los pordioseros, en especial a los lisiados y enfermos para escuchar su historia. Pero una vez que la sabe, se regocija de su bonanza frente al desgraciado, y se marcha sin dejar limosna. Se marcha sonriendo.


Hablar de una memoria del cuerpo al margen del alma. El cuerpo establece preferencias, inclinaciones por sí solo. Si cambiara nuestra alma de cuerpo tendría que acostumbrarse a las preferencias del nuevo cuerpo que habita. Así, el alma que habitara súbitamente el cuerpo de un cojo tendría que acostumbrarse a andar sin pierna.


Consideramos que la humanidad merece la pena, y no hay motivo.


Dios no existe.
Un personaje que busca desesperadamente un argumento que demuestre la existencia de Dios, pues, según él, sería la única forma de demostrar su inexistencia a través de una perfecta refutación.