lunes, abril 21, 2003

La belleza oriental me excita por su discreción y aparente timidez —la belleza europea, más voluptuosa, no me despierta ternura, sino deseos animalísimos. La mirada oblicua y el cabello liso, los senos breves y los muslos sin asomo de grasa. Piernas ágiles, sin vello. Entrar en estos cuerpos es como viajar; ir a otro mundo.